Lo veo por primera vez en mi infancia alrededor de los seis o siete años un poco antes de que se efectúe legalmente el divorcio y mi mamá se mude a otra casa, posteriormente decidí guardarlo entre mis cosas. En ese diario había sólo una fotografía, una imagen pequeña de un bebé recién nacido que se encontraba anexada a la página en la que mi papá escribe el día de mi nacimiento. Es mi mamá quién me muestra ese cuaderno por primera y única vez; me muestra la foto y el resto del contenido contándome historias como si se tratara de un recorrido por un álbum de fotografías pese a que en éste objeto, además de esa pequeña fotografía, no habìa más que palabras escritas a mano, decoraciones con stickers y algunos dibujos.
Un par de años luego del divorcio las mudanzas se volvieron cada vez más frecuentes, empacar y desempacar en cajas de cartón se volvió rutinario. Acciones como guardar, mover y acomodar mis cosas se incorporaron a mis costumbres hasta el punto de normalizar no desempacar nunca algunas cajas puesto que siempre estábamos en tránsito. Durante uno de los últimos trasteos que he tenido, me encontraba revisando de manera detallada cada objeto que iba empacando; encontré el cuaderno, lo revisé y noté que la fotografía ya no estaba, me pregunté por ella pero decidí guardarlo de nuevo y dejar el evento pasar.